jueves, 20 de febrero de 2014

¿Se puede alguien enamorar de un dibujo?

Y allí estaba, en ese pequeño piso que tantas veces había imaginado. Al entrar olía a olio recién pintado. Frente a mi, una hamaca colgaba de la pared, con enormes cojines de colores, al lado un sillón burdeos con cojines naranjas que combinaban a la perfección con la alfombra. Había una ventana en la que entraba mucha luz, la adornaban unas cortinas de un azul cielo, lo que hacia que la casa fuese mucho mas luminosa. A mi izquierda un caballete del color del carbón sostenía un cuadro a medio hacer. Unos pasos hacia la izquierda se encontraba una mesa rustica con unos jarrones azules adornando el centro.
-Mira, por aquí esta la cocina- Dijo mientas su dedo indicaba a unos muebles un poco estridentes de color naranja, encima de las encimeras se encontraban una especie de servilletas redondas de color verde lima.
Aquella casa era exactamente como la había imaginado, tenia un toque mágico, algo que Amy también tenia, ese piso la describía perfectamente. Entrar en aquella casa era como entrar dentro de Amy y conocer todos sus sentimientos.
-Bueno, no es gran cosa, pero aquí me siento yo misma, es mi hogar- Dijo Amy con una sonrisa
-Me encanta tu casa, te describe mucho-
-Gracias
-Me ha llamado la atención algo, ¿quién es el chico del cuadro?- Señalé
-Mmm... es simplemente un boceto ¿te gusta?
Me limite a no contestar, afirmando con la cabeza.
El primer día en Florencia pintaba demasiado bien.